Picos San Cristóbal y Torreón por la Crestería de la Sierra
del Pinar
Partiendo desde el clásico Sendero del Pinsapar, la ruta
consiste en ascender al Pico San Cristóbal (1.554 m.), y recorrer la cresta que
discurre hacia el Pico Torreón (1.648 m.). El descenso se realiza por el
clásico Sendero del Torreón.
Comenzando en el aparcamiento de Las Canteras,
ascendemos por un pinar resinero hacia el Puerto de las Cumbres. Continuamos
rumbo oeste por el Sendero del Pinsapar hacia el desafiante San Cristóbal,
dejando atrás las Lomas de la Sierra de las Cumbres. Abajo se encuentran la
Cárcava de los Azores y los Llanos del Rabel. Enfrente el Pico Cornicabra en la
Sierra de Zafalgar. Llega un punto en que tenemos dos opciones: abandonar el
sendero y comenzar el ascenso al San Cristóbal, faldeando campo a través hasta
enlazar con una vereda que lleva a un nevero; o bien seguir un poco más
adelante por el sendero, hasta encontrarnos con un canchal, para subir al mismo
nevero. Escogemos la primera opción, por ser más llevadera que la pedrera, y
así evitar la dura inclinación de la canal. Llegamos a un pozo de nieve situado
en el collado, y nos acercamos a un espolón para disfrutar de las estupendas
panorámicas. Al sur se encuentra la mole caliza del Simancón en la vecina
Sierra del Endrinal. Tras ella se atisba la Sierra del Caíllo. Al suroeste se
sitúa la falla del Salto del Cabrero, y a sus pies el Valle del Boyar. Al
sureste Grazalema y su Embalse del Fresnillo. El picacho que tenemos justo al
lado es el Monete (1.444 m.), también llamado Falso San Cristóbal, por
confundirse con éste, según la perspectiva que se tiene desde el Puerto del
Boyar.
Iniciamos el ascenso al San Cristóbal. Las panorámicas desde
la puntiaguda cima, alcanzan desde Sierra Nevada hasta Gibraltar y el norte de
África; desde el Macizo de Líbar hasta la campiña sevillana. En la vertiente
norte apreciamos el majestuoso bosque de pinsapos, descendiendo por los taludes
que conforman las llamadas Caídas del Pinar. Se divisan varios embalses,
destacando el color turquesa del Embalse de Zahara.
A partir de aquí comenzamos la crestería propiamente dicha, accediendo por un paso entre los cortados, llamado la Ventana. Aquí comienza la dificultad de la ruta, ya que deberemos emplear las manos en numerosas ocasiones, en las trepadas por la agreste piedra caliza, donde cada uno camina por donde puede y quiere. Ésta será la tónica general durante toda la cresta hasta coronar el Torreón, si bien no existen pasos aéreos o expuestos que supongan mayor peligro. La orientación es sencilla, ya que una difusa traza de huellas, nos marca el mejor camino a seguir, unas veces en la parte de solana, y otras en la parte de umbría, pero siempre alineados con la arista.
A partir de aquí comenzamos la crestería propiamente dicha, accediendo por un paso entre los cortados, llamado la Ventana. Aquí comienza la dificultad de la ruta, ya que deberemos emplear las manos en numerosas ocasiones, en las trepadas por la agreste piedra caliza, donde cada uno camina por donde puede y quiere. Ésta será la tónica general durante toda la cresta hasta coronar el Torreón, si bien no existen pasos aéreos o expuestos que supongan mayor peligro. La orientación es sencilla, ya que una difusa traza de huellas, nos marca el mejor camino a seguir, unas veces en la parte de solana, y otras en la parte de umbría, pero siempre alineados con la arista.
Será inevitable volver la mirada a
cada instante, no sabiendo concretar cual panorámica será la mejor, pues son
magníficas en todas las direcciones.Llega un punto en el que viejos pinsapos alcanzan
la cresta, pero no se atreven a colonizar la solana de la vertiente sur, ya que
esta especie de abeto prefiere el ambiente sombrío de la cara norte. El tramo final de ascenso al Torreón, quizás sea el más
complicado y difuso. Se puede optar por descender un poco, hasta enlazar con la
vereda clásica y retomar el encumbramiento final. O se puede optar por hollar
directamente el collado, y subir a jierro trepando por un caos de afilados
bloques calcáreos.
Y casi sin darnos cuenta, alcanzamos el punto donde antaño se
encontraba el vértice geodésico. Desde la cima del omnipresente Torreón, nos deleitamos con las
excepcionales panorámicas de 360º. Ya solo nos queda un vertiginoso descenso en zigzag por el
sendero oficial, de unos 3 km. y 780 m. de desnivel negativo, hacia el parking
del Torreón, punto final de esta ruta. En esta vertiente sur, el pinsapar cambia
a un encinar de bajo porte.
El desnivel positivo es de 810 m., y el desnivel negativo es de 990 m. El itinerario transcurre según el tipo de terreno: un 40% por sendero pedregoso, y un 60% campo a través, roquedal y lapiaz.
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