UN CAMALEÓN POR TIERRAS VETONA
Estaba participando este año en las LXVII Millas Romanas de
Mérida, cuando Antonio, uno de mis compañeros de camino, me habló de la Ruta
Vetona y me aconsejó que me informase de la prueba.
Dicho, hecho e inscripción (http://rutavetona.es/).
La prueba posibilita cuatro modalidades de participación:
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VII
Ruta Vetona ultrafondo 100 kms.
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VII
Ruta Vetona mtb 100 kms.
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V
Marathon Vetón 42 kms.
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Relevos
VII Ruta Vetona ultrafondo 100 kms.
Se divide en tres circuitos por la sierra de Béjar:
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Circuito
amarillo: El valle.
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Circuito
rojo: La sierra.
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Circuito
verde: La cañada.
con salida y llegada en la Plaza de Santa Teresa de Béjar
para cubrir los 101km 600 metros en 24 horas de la prueba de ultrafondo.
El tiempo acompaña puesto que el calor no es excesivo.
Llego a Béjar y me dirijo al
hostal La otra casa, donde me recibe
Tere, siempre con una sonrisa en la boca, que me comenta que en algunas
vacaciones se ha alojado en Puerto Real. El mundo es un pañuelo.
Por la tarde recojo el dorsal y
me doy una vuelta por la ciudad. Iglesias, palacios, murallas, calles por las
que se ha detenido el tiempo. Me quedan muchas cosas por ver, así que ya
tenemos Merchi y yo un viaje programado para visitar la ciudad y sus
alrededores.
El día amanece genial. Me
encamino a la plaza de Santa Teresa donde ya están los ciclistas preparados
para su salida. Son casi trecientos ciclistas esperando el comienzo de la
prueba.
Sobre las nueve y cuarto salimos
nosotros.
De la dificultad de la prueba
habla por sí solo el perfil.
Para mí es una prueba exigente.
La preparación física se da por hecha y, como en todos estos tipos de eventos,
la preparación mental juega un porcentaje elevado.
De los más de 120 participantes
de ultrafondo logramos terminar la prueba 89. Desde aquí un recuerdo para todos
aquellos que no pudieron terminar y un mensaje de ánimo para preparar la prueba
del próximo año.
Desde un principio hago “buenas
migas” con dos participantes:
Elías, que es un gran conocedor
de la zona con el que iremos coincidiendo en varias fases de la carrera.
Hilario, con este
madrileño/extremeño recorrí, prácticamente, toda la ruta. Afortunadamente. Hicimos
juntos el camino y entramos de la mano, literalmente. En los momentos duros, que
los hay, supimos tirar el uno del otro para terminar la prueba con éxito.
Y por el camino vamos
coincidiendo con muchas caras que pronto serán reconocibles en los distintos
avituallamientos.
La zona es de una belleza brutal:
el paso por sus bosques, el acompañamiento de sus ríos, los paisajes que se
divisan cuando llegas a las cotas más altas, la subida a Peña Negra y su visión
privilegiada con el pantano de Navamuño a tus pies o verte rodeado por la
sierra cuando transitas por la pista que va de Peromingo a La Calzada de Béjar
es todo un espectáculo natural.
La belleza de todos sus pueblos,
los grandes, los pequeños. En los que había avituallamiento nos brindaba la
oportunidad de observarlos con un poco más de tiempo, el encanto de sus calles,
de sus plazas mayores, sus iglesias y monumentos.
Todos son destacables, desde
Valdesangil a Puerto de Béjar.
Y lo más destacable: el valor
humano. Toda esa cantidad de voluntariado, ellos, ellas, jóvenes y menos
jóvenes, que estuvieron cubriendo la Ruta. Siempre una sonrisa, una palabra de
ánimo, el ofrecimiento para que no te faltase de nada tanto en las plazas
concurridas o en los puntos más alejados donde había uno o dos voluntarios
siempre dispuestos.
En los avituallamientos no faltó
de nada, tanto en los que se ofrecía sólido y líquido como en los estratégicos
de líquido.
Anécdotas y vivencias en el
camino como la de encontrar en un avituallamiento a un voluntario que tiempo
atrás estuvo trabajando en Cádiz y ponernos a charlar de un tiempo pasado
parando el tiempo de la prueba. O ese fotógrafo motorizado de barbas negras y
sonrisa amplia que, hasta el final, nos estuvo animando. O llegar a Peña Negra y
desde arriba sentir y disfrutar el silencio que Unamuno gozaba en La Peña de
Francia. O llegar a Montemayor del Río en la oscuridad de la madrugada y subir
por la cuesta de la calle Traspalacio para encontrarte, como salido de la nada,
como un buque que aparece entre la niebla, el imponente castillo de San
Vicente…
Solo puedo tener palabras de
agradecimiento a la organización. Esta prueba es grande gracias a su trabajo.
Realicé el recorrido en 21 horas 57 minutos y 30
segundos. Objetivo cumplido
Un placer,compartir camino y vivencias contigo. Precioso relato. Un abrazo.
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