sábado, 15 de junio de 2019

VII RUTA VETONA & V MARATHON VETÓN


UN CAMALEÓN POR TIERRAS VETONA

Estaba participando este año en las LXVII Millas Romanas de Mérida, cuando Antonio, uno de mis compañeros de camino, me habló de la Ruta Vetona y me aconsejó que me informase de la prueba.

Dicho, hecho e inscripción (http://rutavetona.es/).

La prueba posibilita cuatro modalidades de participación:

-          VII Ruta Vetona ultrafondo 100 kms.

-          VII Ruta Vetona mtb 100 kms.

-          V Marathon Vetón 42 kms.

-          Relevos VII Ruta Vetona ultrafondo 100 kms.

 

Se divide en tres circuitos por la sierra de Béjar:

-          Circuito amarillo: El valle.

-          Circuito rojo: La sierra.

-          Circuito verde: La cañada.

con salida y llegada en la Plaza de Santa Teresa de Béjar para cubrir los 101km 600 metros en 24 horas de la prueba de ultrafondo.


 

 


La prueba estaba prevista para el 15 de junio, así que el 14 voy en tren hasta Sevilla y, desde allí, autobús a Béjar.
El tiempo acompaña puesto que el calor no es excesivo.

Llego a Béjar y me dirijo al hostal La otra casa, donde me recibe Tere, siempre con una sonrisa en la boca, que me comenta que en algunas vacaciones se ha alojado en Puerto Real. El mundo es un pañuelo.
Por la tarde recojo el dorsal y me doy una vuelta por la ciudad. Iglesias, palacios, murallas, calles por las que se ha detenido el tiempo. Me quedan muchas cosas por ver, así que ya tenemos Merchi y yo un viaje programado para visitar la ciudad y sus alrededores.
El día amanece genial. Me encamino a la plaza de Santa Teresa donde ya están los ciclistas preparados para su salida. Son casi trecientos ciclistas esperando el comienzo de la prueba.




Sobre las nueve y cuarto salimos nosotros.

De la dificultad de la prueba habla por sí solo el perfil.

Para mí es una prueba exigente. La preparación física se da por hecha y, como en todos estos tipos de eventos, la preparación mental juega un porcentaje elevado.

De los más de 120 participantes de ultrafondo logramos terminar la prueba 89. Desde aquí un recuerdo para todos aquellos que no pudieron terminar y un mensaje de ánimo para preparar la prueba del próximo año.

Desde un principio hago “buenas migas” con dos participantes:

Elías, que es un gran conocedor de la zona con el que iremos coincidiendo en varias fases de la carrera.

Hilario, con este madrileño/extremeño recorrí, prácticamente, toda la ruta. Afortunadamente. Hicimos juntos el camino y entramos de la mano, literalmente. En los momentos duros, que los hay, supimos tirar el uno del otro para terminar la prueba con éxito.

Y por el camino vamos coincidiendo con muchas caras que pronto serán reconocibles en los distintos avituallamientos.

La zona es de una belleza brutal: el paso por sus bosques, el acompañamiento de sus ríos, los paisajes que se divisan cuando llegas a las cotas más altas, la subida a Peña Negra y su visión privilegiada con el pantano de Navamuño a tus pies o verte rodeado por la sierra cuando transitas por la pista que va de Peromingo a La Calzada de Béjar es todo un espectáculo natural.

La belleza de todos sus pueblos, los grandes, los pequeños. En los que había avituallamiento nos brindaba la oportunidad de observarlos con un poco más de tiempo, el encanto de sus calles, de sus plazas mayores, sus iglesias y monumentos.

Todos son destacables, desde Valdesangil a Puerto de Béjar.

Y lo más destacable: el valor humano. Toda esa cantidad de voluntariado, ellos, ellas, jóvenes y menos jóvenes, que estuvieron cubriendo la Ruta. Siempre una sonrisa, una palabra de ánimo, el ofrecimiento para que no te faltase de nada tanto en las plazas concurridas o en los puntos más alejados donde había uno o dos voluntarios siempre dispuestos.

En los avituallamientos no faltó de nada, tanto en los que se ofrecía sólido y líquido como en los estratégicos de líquido.

Anécdotas y vivencias en el camino como la de encontrar en un avituallamiento a un voluntario que tiempo atrás estuvo trabajando en Cádiz y ponernos a charlar de un tiempo pasado parando el tiempo de la prueba. O ese fotógrafo motorizado de barbas negras y sonrisa amplia que, hasta el final, nos estuvo animando. O llegar a Peña Negra y desde arriba sentir y disfrutar el silencio que Unamuno gozaba en La Peña de Francia. O llegar a Montemayor del Río en la oscuridad de la madrugada y subir por la cuesta de la calle Traspalacio para encontrarte, como salido de la nada, como un buque que aparece entre la niebla, el imponente castillo de San Vicente…

Solo puedo tener palabras de agradecimiento a la organización. Esta prueba es grande gracias a su trabajo.
Realicé el recorrido en 21 horas 57 minutos y 30 segundos. Objetivo cumplido
 
 

1 comentario:

  1. Un placer,compartir camino y vivencias contigo. Precioso relato. Un abrazo.

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