Catedrales
bajo la montaña hueca
Una treintena de cuevas cantera abandonadas y de
miles de metros cuadrados aguardan a encontrar un uso desde hace casi un siglo.
"Estas son las
cuevas más grandes y maravillosas que he visto", cuentan las crónicas
locales que dijo el rey al verse en el interior de las inmensas canteras
subterráneas que ahuecan la montaña.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-JLghLUh_Atz4n863vORWwDAbBJd0JGwjOfpAw7XQzAfk543SWt8a9frXYHcjkwpmTtRkkBmFB3BYMukl3Aj3QMHKcnvTBsYBuJpsqxgLuCp9aSqOeRX4hCOhppWa4iEkdanOLmCqhc6o/s320/11.jpg)
Corte a mano: Hay que remontarse al siglo XIII para encontrar
los orígenes de estas cuevas, en una sierra donde se ha practicado la actividad
extractiva de piedra desde la época fenicia. En busca de las vetas más
preciadas de la piedra y al resguardo de las inclemencias, los canteros
trabajaban la piedra de forma subterránea. "Se cortaba a mano, con
sierras, agua y cinceles". La extracción era de arriba a abajo, con cada
bloque que salía se iban creando cavidades cada vez mayores y profundas. El
destino de esta piedra caliza, barata y fácil de trabajar, fue convertirse en
los sillares de los edificios "más importantes del Bajo Guadalquivir".
A principios del siglo XX se fueron quedando sin
uso, después de haber dado trabajo a más de 200 canteros. A partir de entonces,
su abandono solo estuvo interrumpido por vecinos que ocuparon parte de estas
cuevas como viviendas durante los años cuarenta y cincuenta y por su uso como
polvorines militares.
Ni siquiera gozan de una protección específica por
su valor etnológico o industrial. Solo parte de ellas están catalogadas como
Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Andalucía, como servidumbre
del yacimiento fenicio.
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